Los hermanos Antonio y Emilio Izquierdo en aquella oscura noche crean un macabro capitulo que medio siglo después sus habitantes quieren dar por concluido.
Eduardo Tena, alcalde actual del municipio declara que la gente quiere pasar pagina sobre el tema y además desconfía sobre las intenciones que tienen los periodistas que visitan el lugar,
"Siempre decís que queréis hacer un reportaje positivo y huyendo de tópicos, pero luego publicáis lo que publicáis y el pueblo no quiere recordar, quiere olvidar", se lamenta este edil socialista que acaba de ser reelegido y que comparte corporación con otros tres ediles del PSOE, tres del PP y uno de IU, que rigen los destinos también de La Nava, Helechal y Puerto Mejoral (que no suman ni mil habitantes).
LOS ANTECEDENTES A LA MASACRE
Las rencillas entre familias se remontan a 1967 cuando Amadeo Cabanillas entró con el arado en una finca cuyos límites se disputaban ambas familias.1 También hubo una historia de amor no correspondido: Luciana Izquierdo y Amadeo Cabanillas se enamoraron pero finalmente Amadeo rechazó casarse con Luciana, lo que la afectó mucho.2 Pocos días después, Amadeo murió a manos de Jerónimo Izquierdo, el mayor de los hermanos Izquierdo, que ingresó en prisión por su crimen y estuvo en prisión hasta 1986 (los 14 años que duró su condena). En la década de 1980, los Izquierdo tuvieron constantes rencillas con la familia Cabanillas sobre los límites de sus tierras en Puerto Hurraco. Tras cumplir condena, Jerónimo Izquierdo regresó a Puerto Hurraco para vengar la muerte de su madre, muerta en un incendio el 18 de octubre de 1984 (del cual la familia Izquierdo siempre culpó a los Cabanillas de su autoría3 ), y apuñalar a Antonio Cabanillas (hermano de Amadeo). Jerónimo ingresó en el psiquiátrico el 8 de agosto de 1986, muriendo nueve días después. Antonio consiguió sobrevivir.EL CRIMEN
Pero fue el 26 de agosto de 1990 cuando Emilio y Antonio se despedían de sus hermanas diciendo "Vamos a cazar tortolos". Agarraron sus escopetas y se dirigieron a un callejón donde estaban varias personas con el apellido Cabanillas, Antonio de 53 años y Emilio de 58 comenzaron a disparar cartuchos de sus escopetas. Posteriormente el tiroteo derivaría contra quienes se cruzaran por la calle. La munición empleada era de postas, cartuchos que contienen nueve gruesos perdigones de plomo o hierro.
Los Izquierdo incluso llegaron a disparar contra una unidad de la Guardia Civil, que acudió de la casa cuartel de Monterrubio de la Serena alertada por los vecinos. Los dos agentes de la Benemérita resultaron gravemente heridos en el interior de su vehículo, antes de poder dar el alto o tratar de defenderse con sus armas reglamentarias.
Los Izquierdo incluso llegaron a disparar contra una unidad de la Guardia Civil, que acudió de la casa cuartel de Monterrubio de la Serena alertada por los vecinos. Los dos agentes de la Benemérita resultaron gravemente heridos en el interior de su vehículo, antes de poder dar el alto o tratar de defenderse con sus armas reglamentarias.
CONSECUENCIAS
Tras la matanza, los hermanos Izquierdo huyeron a la sierra. Las unidades de la Guardia Civil que los buscaban los encontraron durmiendo 9 horas después del inicio de la tragedia y fueron detenidos sin resistencia. Fueron conducidos al juzgado de Castuera, lejos de Puerto Hurraco y de más que posibles ajustes de cuentas.
Emilio tras su detención no mostró, al igual que su hermano, el más mínimo signo de arrepentimiento: "Ahora que sufra el pueblo, como yo he sufrido durante todo este tiempo", mientras su hermano Antonio aseguró que aún tenían pensado continuar con la sangría: "Si no nos hubieran detenido, habríamos vuelto al pueblo a dispararles durante el entierro de los muertos".4
Habían dejado 9 muertos, entre los cuales dos niñas hermanas de 12 y 14 años que jugaban en la plaza, y en torno a una docena de heridos de diversa gravedad. Algunos acabaron tetrapléjicos en silla de ruedas el resto de su vida. Los hermanos Izquierdo creían haber matado a unas 20 personas.
En el juicio fueron condenados a 684 años de cárcel. "Su inteligencia", resaltó el juez magistrado, "está dentro de lo normal, hecho que queda corroborado porque eran capaces de manejar un rebaño de unas mil ovejas, tenían fincas arrendadas y tienen, con la crisis que atraviesa el campo, una cartilla de 10 millones de pesetas". Al principio se involucró a las hermanas Ángela y Luciana como posibles inductoras del crimen, pero dos años después las hermanas Izquierdo fueron exculpadas, al no encontrar el juez pruebas que demostrasen su implicación directa en aquellos dramáticos hechos, pero fueron ingresadas en el Hospital Psiquiátrico de Mérida por consejo de los médicos, que les diagnosticaron un proceso paranoide y un trastorno delirante compartido relacionado con la venganza por la muerte de su madre, seis años antes, en un incendio.
UNA CASA EN RUINAS
Tantas son las ganas de cerrar definitivamente este trágico episodio en el pueblo que el ayuntamiento tiene abierto un expediente de declaración de ruina a la casa de la familia Izquierdo, el inmueble en el que pereció la madre de los homicidas en un incendio y que fue el detonante de la tragedia.
Los hermanos Izquierdo culparon a la familia Cabanillas, a la que pertenecían la mayoría de los fallecidos, y el enfrentamiento llevó a la venganza de aquel agosto de 1990. La casa permanece prácticamente igual desde hace décadas, abandonada y a mitad de la tristemente famosa calle Carrera (la principal de Puerto Hurraco y recorrido de los asesinos aquel 26 de agosto).
En su fachada principal, las antaño pintadas de "asesinos" han sido sustituidas ahora por otras inocentes de adolescentes, mientras que sus ventanas sirven de improvisados paneles en los que se pegan carteles de todo tipo, los últimos los de las fiestas celebradas del 12 al 16 de agosto. Nadie quiere esta casa, por lo que el ayuntamiento va a declararla en ruina para su posterior demolición y espera que antes de final de este año culmine todo el proceso administrativo" y ahí digamos adiós a otro recuerdo más, el último ansío".
Otro elemento para considerar cerrado este capítulo de la historia negra española es que ninguno de sus tristes protagonistas está ya vivo, ni los autores de la masacre, Emilio y Antonio, ni sus hermanas Luciana y Ángela, a las que se consideró instigadoras.
Puerto Hurraco es hoy día un municipio "normal" de Extremadura, se empeña en recalcar el alcalde, con los mismos problemas de paro que tiene la región, aunque goza su mayoría de vecinos de buena posición por sus ingresos gracias al olivar, verdadero y principal sustento de la población. Prueba de ello es que la citada calle Carrera presume de varias casas de moderna edificación y que lejos de sufrir una sangría demográfica, el número de habitantes de Puerto Hurraco se mantiene en torno al centenar, aunque haya jóvenes que se han marchado "pero como en otros pueblos".
No obstante, la salida de jóvenes ha sido equilibrada con emigrantes que han regresado a su pueblo al jubilarse, como Carmen Izquierdo, alcaldesa pedánea de Puerto Hurraco, y sobre la que enseguida Eduardo Tena aclara: "no tiene nada que ver con quien estás pensando".
Puerto Hurraco sigue conservando su pequeño bar al final de la calle Carrera, donde también hay una tienda de alimentación regentada por una joven de 24 años, que se considera "una valiente", pero no por tener su negocio en un pueblo con esta historia, sino "por querer ganarme la vida en un pueblo de 110 vecinos, como cualquier otro pueblo pequeño de Extremadura".
El Puerto Hurraco actual también presume de tener su propia página web, de la que se encarga Manuel Tena, como el conocido cantante y que es hijo ilustre de Benquerencia, y un perfil en Facebook por parte de la universidad Popular.
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